domingo, 20 de mayo de 2018

Se nace hombre o mujer.

                                             Asistí hace algunos días atrás a una conferencia de un médico con no se cuantos títulos a su haber, el cual explicaba el fenómeno de la sexualidad. En aquella conferencia recalcó muchas veces que la sexualidad se hace acorde a lo que estime el individuo o dependiendo como se sienta. El médico sostuvo que naturalmente uno nace hembra o mocha, sin embargo, la orientación sexual frente a la cual quiera desarrollarse el individuo dependerá de sus propias percepciones.
                                        ¿Qué sucederá entonces si alguien percibe que nace con cualidades animales?, ejemplos de esto podemos recoger muchos por el mundo, de hecho, en Estados Unidos, existe un grupo denominado los hombres perros, que caminan en cuatro patas y están bajo el cuidado de otro humano que los trata como canes. En esta locura humana no existe el límite, otros se podrán creer pájaros e intentarán volar muy alto como lo puede el aleteo de sus manos.
                                          Muchos quisieran, que los políticos de éste mundo nacieran creyéndose pájaros para poder tirarlos a un gran precipicio, para que así extiendan sus alas, y no sus manos, que ya bastante las han extendido con los caudales públicos de todos los ciudadanos.
                                          Pero, entremos, más en razones, que emociones banales. Cada miembro y elemento de nuestro cuerpo cumple una función acorde a un orden natural que viene anterior a lo que más adelante pudiéramos llamar deseos internos o estados psicológicos del individuo. Nosotros nada tuvimos que ver con la funcionalidad ni la intencionalidad de cada miembro del cuerpo humano. Podemos ver, porque el Creador dispuso los ojos para que viéramos, los oídos para que escucháramos, el pene y la vagina para que que fueran los canales naturales para la reproducción de nuestra especie. El placer sexual está relacionados con estos órganos para que exista un interés de nuestra para en reproducirnos según el orden que Dios dispuso. Todo fue pensado por Dios según un orden, para que así podemos realizarnos en esta vida y en la otra, la cual involucra toda nuestra existencia, con premios y castigos eternos.
                                           Invertir el orden natural, es cambiar el fin para lo cual están echas las cosas, al cambiar el fin de algo, que cambia inmediatamente el bien, ya que todas las cosas están ordenadas al bien. El cambio del fin y desviación del bien se llama corrupción, por consiguiente, se corrompen todos aquellos que creen que su subjetivismos perceptivo puede reorientar el orden real de las cosas.  Se engañan con espejismos de la imaginación, espejismos que llevan tanto a la destrucción del alma como del cuerpo. Por más que el hombre quiera volar como las aves, siempre será un bípedo implume de alma racional.
                                  No corrompamos más ,a las pobres almas ,que están confundidas entre emociones desbordantes y deseos hedonistas, que lo único que hacen es degradar al ser humano hasta llegar a la bestialidad de los animales, incluso, peor a ellos, puestos, actúan por instintos, y nosotros los humanos,- se supone- que obedecemos a conductas racionales.
                               La   corrupción de menores, en la Antigua Grecia, era penado como un delito grave que se castigaba con la muerte, a todo aquel que corrompía a la juventud. Sócrates, fue acusado de azuzar a los jóvenes para oponerse al orden establecido por el Estado, pero Sócrates, sólo orientaba a los jóvenes para que amaran la verdad. Hoy en día, los corruptores, se los premia con cátedras universitarias, cargos políticos, se les da cobertura en los medios de comunicación, para que de esa tribuna diseminen en la juventud la ideología de género. No tienen perdón de Dios.

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