domingo, 22 de abril de 2018

La clave de la salud está en la sangre.

                            Continuando con los post anteriores,  en relación a Aristóteles y la medicina, deseo profundizar aún más en éste tema que puede servir de ayuda a muchísima gente que no logra sanar de distintas afecciones. -Como dice el popular refrán; tres cosas hay en la vida; salud, dinero y amor, y el que tenga las tres de gracias a Dios-. Sin duda, la enfermedad nos afecta, y valga la redundancia, nos afecta hasta lo más profundo de nuestro ser.
                             Salvo, grandes santos, que asumen la enfermedad como un ofrecimiento a Dios, los demás, el resto de nosotros seres mortales, nos cuesta mucho ofrecerla y llevarla con resignación y alegría cristiana. Dios no condena la medicina, de hecho, siempre la medicina ha existido, bajo distintas variantes y métodos que han ido variando siglo tras siglo. Tratar de alcanzar la salud es un deber cristiano, involucra el cuidado del propio cuerpo, Templo del Espíritu Santo, que debemos respetar y cuidar en su dimensión espiritual y material.
                               Les detallaré, algunos aspectos centrales, que debemos tener siempre presente, cuando experimentemos cualquier tipo de malestar físico, o estemos, bajo la afección directa de algún tipo de enfermedad. La clave de toda nuestra salud está siempre en la calidad de nuestra sangre, vehículo que transporta todas materias necesarias para que se produzca el equilibrio de todos nuestros sistemas internos. Si un órgano no funciona bien, esa mal funcionamiento se debe a que la sangre no está aportando lo suficiente para que ese órgano funcione como corresponde.
                             Veamos, algunos detalles significativos , que debemos conocer, para comprender más profundamente, acerca de la función específica que la sangre cumple en todo nuestro organismo.
                               La sangre " TRANSPORTA " el oxígeno desde los pulmones hasta las células del organismo, el dióxido de carbono desde las células hasta los pulmones, los nutrientes desde las células hasta los riñones, a los pulmones y a las glándulas sudoríparas, las hormonas desde las glándulas endocrinas hasta las células y las enzimas hasta los distintos tipos de células.
                                A su vez, la sangre regula el PH medio de los sistemas tapón; la temperatura corporal gracias a sus propiedades de absorción de calor y enfriamiento de su contenido acuoso, así como el contenido acuoso de las células, especialmente por intermediación de los iones de sodio disueltos, los cuales juegan un papel importante en la conducción de los impulsos nerviosos.
                                 Por último, la sangre protege al organismo contra pérdidasd de sangre gracias a los mecanismos de coagulación, contra las toxinas y los microbios extraños con ayuda de la células especializadas en este tema.
                                  Cuando alguien sufre de un descontrol nervioso irregular, es víctima de toxinas presentes en la sangre, las cuales, alertan al gran vigía del cuerpo que es el Sistema Nervioso, que alerta con sus neurotransmisores, que llevan el estimulo nervioso al corazón con el propósito que éste bombe más sangre a fin de proteger los distintos órganos de esas toxinas. El resultado de dicha operación es, un aumento significativo de sangre en los órganos del cuerpo, lo que conlleva a una disminución del oxígeno, causando un desajuste en el cerebro, estimulado por la adrenalina que se desprende de la arritmia cardíaca.
                                    En los post siguientes, seguiré hablando de algunos métodos naturales para purificar la sangre y aliviar la salud de las personas. Es un error, llenar de puros medicamentos y drogas nuestro organismo, porque lo único que hace eso, es contaminar aún más nuestra sangre ya viciada.

viernes, 20 de abril de 2018

La medicina de Aristóteles II.

                                           La medicina moderna, ataca el efecto de la enfermedad, y nunca busca sus causas. Los fármacos son sólo paliativos para amortiguar el dolor. El dolor es a su vez, una respuesta natural del cuerpo para avisar que existe un problema interno. El dolor, es por consiguiente, la bocina que Dios instala en el cuerpo humano.
                                            Eliminar la bocina del cuerpo, sin detenerse en investigar acerca de qué nos alerta, es un gravísimo error. ¿ Error accidental o adrede?, ¿qué es más cómodo?, investigar la raíz de una enfermedad o mitigar el efecto de la misma. Desde el punto de vista del gran negocio médico, atacar los efectos de una enfermedad y muchísimo más lucrativo que buscar sus causas.
                                           El gran atractivo de los médicos es atender el máximo de pacientes en el mínimo de tiempo. Ese es su leit motiv- indudablemente, existen excepciones- pero son las menos. Para el profesional de la salud, en lo posible, lo ideal para él, es mirar muy poco al paciente- en lo posible no tocarlo-, dar miles de órdenes para exámenes médicos y teclear en el computador algunos datos personales del paciente, como su nombre y relato muy breve acerca de lo que cree sentir.
                                         Nuestra medicina moderna no va a cambiar a menos que cambie , o mejor dicho, se invierta el fin que se busca. Si su fin es pecuniario, todo su operar, toda su dinámica galena se va a orientar entorno al dinero. El mercantilismo médico hará que el profesional de la salud se convierta en un mercenario. En éste escenario, quien pierde es el paciente, sí y sólo sí, el paciente. ¿Pero es sólo el paciente?, obviamente que no sólo él, también el entorno familiar que lo rodea.
                                         Con la medicina mercantil, toda la sociedad pierde, absolutamente toda. sin excepciones. ¿Qué ha causado la inversión del fin de la medicina?. Indudablemente, el ateísmo, el nihilismo con sus ribetes materialistas e individualista, allende a la dimensión espiritual del hombre, alejado de su creador, razón primera y última de toda existencia. Al desterrar a Dios de todo el orden social, el hombre queda expuesto al apetito voraz de devoradores materialistas , que basan su existencia en un naturalismo azuzado por la ideología política , que a su vez, se inspira en sectas inmanentistas que operan en forma clandestina a espalda de toda la sociedad.
                                         ¿Qué hacer para corregir el rumbo de la medicina?, la respuesta es evidente, hay que volver a Dios, investigando las causas y los efectos que el Creador estableció en todo el orden natural, hay que leer la naturaleza, la cual se cubre con el bello velo de las apariencias, que como un espejismo, engañan a los sentidos , pero que inspiran a la inteligencia a leer dentro de las esencias que las subyacen.
                                         En las Sagradas Escrituras se dice que la vida del cuerpo es la sangre, pues bien, en la sangre está la clave de una infinidad de enfermedades. Las toxinas que transporta la sangre a  través de todo el cuerpo, conlleva indudablemente, al deterioro de los distintos órganos que componen el complejo sistema biológico del ser humano. Todo tipo de inflamación, toda enfermedad que nominalmente termine en "itis", se origina  a causa de un defecto en nuestro sistema sanguíneo. Los médicos conocen muy bien esto, pero , para sus fines pecuniarios, no les conviene revelar tal información.
                                         Toda alteración del sistema nervioso, se debe, a una alteración del sistema sanguíneo, a una intoxicación en la sangre, El sistema nervioso alerta con una sobre reacción al corazón, para que éste bombee más sangre a fin de generar más adrenalina con un aumento de sangre en los distintos órganos y  por consecuencia, una disminución del tan imprescindible oxígeno, elemento vital para toda subsistencia biológica. La clave para restablecer nuestra salud, es purificar la sangre, si se purifica ésta, ninguna enfermedad podrá socavar nuestra salud.

domingo, 15 de abril de 2018

Cómo el marxismo cultural de la Escuela de Frankfurt inventó la persecución al disidente.

Cómo el marxismo cultural de la Escuela de Frankfurt inventó la persecución al disidente

Sello conmemorativo de Antonio Gramsci, teórico comunistaSello conmemorativo de Antonio Gramsci, teórico comunista
Por Roniel Aledo*.
Ante la tremenda contrarrevolución, verdadero milagro, que estamos viendo, cabe preguntarse: ¿Qué es exactamente el marxismo cultural, producto de la Escuela de Frankfurt contra la que la mayoría silenciosa de Trump se levanta?
Actuall depende del apoyo de lectores como tú para seguir defendiendo la cultura de la vida, la familia y las libertades.
Haz un donativo ahora
Pues bien, el marxismo cultural, obra de la Escuela de Frankfurt, es la estrategia para debilitar y de hecho exterminar el cristianismo y la cultura occidental. Una estrategia que ha tenido un éxito arrollador en Occidente.
A principios del siglo XX muchos radicales marxistas y anarquistas vieron con rabia cómo las masas no se levantaban en revolución sangrienta y espontanea por toda Europa.
El italiano comunista Antonio Gramsci decía que los obreros no se levantaban en revolución porque estaban impregnados de la cultura tradicional occidental en todas sus formes y síntomas:
Los hombres eran hombres y se comportaban como tales, las mujeres eran mujeres  y se comportaban como tales, la gente creía en Dios, los europeos estaban orgullosos de su historia, los franceses seguían orgullosos de su imperio, los britanicos seguían orgullosos de su imperio, los españoles seguían orgullosos de haber colonizado un nuevo mundo, todos daban por seguro que la cristiandad era la verdadera religión y las otras religiones falsas.
todos seguían defendiendo que el ‘todo’ Occidental, desde Mozart a Davinci, de Copérnico a Cervantes, de San Alberto Magno a Mendel, desde Pasteur hasta Tesla, de Shakespeare a Volta y desde Wagner hasta Miguel Ángel, era superior a las otras culturas.
Esto era, según Gramsci, el freno mayor, el impedimento y barrera que no dejaba avanzar la revolución en Occidente.
Para contrarrestar esto, Gramsci decía que había que extirpar por todos los medios la cultura cristiana occidental en un “combate cultural”, al que él llamaba “camino largo” o “marcha larga”.
Esta “marcha larga” debía dirigirse hacia todas las instituciones: universidades, escuelas, museos, iglesias, seminarios, periódicos, revistas, hoy día también televisión, cine, etc. desde donde se propague una anti-cultura que acabe con los cimientos y las convicciones de la cultura cristiana occidental para que la gente, una vez debilitada en sus convicciones, se adhiera a los ideales marxistas que antes habían rechazado de forma natural.
Así pues nace la teoría (después puesta en práctica con increíble éxito como vemos hoy día) de que hay que destruir todo (y a todos) lo que defienda o promueva el cristianismo, la familia tradicional, el rol natural del hombre y la mujer, las etnias autóctonas europeas, la superioridad de la literatura, arte, y música europea, la creencia en Dios, el orgullo en la historia europea (especialmente la conquista y colonización de otros continentes, culturas y religiones), el hetero-sexualismo, y en fin todo lo que componía la cultura y realidad occidental cristiana.
Había que debilitar cual quinta columna, desde dentro, la cultura de Occidente, debilitar la creencia en Dios, en la Ley Natural, en el orden natural de la sociedad y había que defender todo lo que fuera anti cristiano, anti Europa, anti Occidente.
Georg Lukacs, primer director de la Escuela de FrankfurtGeorg Lukacs, primer director de la Escuela de Frankfurt
Así, en el 1923 nace en Frankfurt (Alemania) el Instituto para la Investigación Social o, simplemente, la Escuela de Frankfurt dirigida por el húngaro Georg Lukacs y financiada por Félix Weil para diseminar y llevar a la practica la estrategia concebida por Gramsci.
Sobre el objetivo de esta Escuela, decía su primer director George Lukacs: “Vi la destrucción revolucionaria de la sociedad como la única solución para las contradicciones culturales de la época… Tal volteamiento mundial de valores no puede ocurrir sin la aniquilación de los antiguos valores y la creación de otros nuevos por los revolucionarios”.
“Horkheimer afirma en su ‘Teoría Critica’ que la manera de destruir la civilización occidental era el ataque sistemático a todos sus valores asociados a esta, y así, por ejemplo, defendía la destrucción del matrimonio y la familia con hijos”
Otros pensadores marxistas se unieron al esfuerzo con dedicación: Adorno, Marcuse, Fromm, Benjamin, Horkheimer, etc.
De inmediato la Escuela tuvo muchísimo éxito y tanto en el mundo académico como en el cultural se empezó a notar la puesta en práctica de la estrategia, algo muy reflejado en la decadencia de a finales de la década de los años 20, los “locos” años 20.
Sin embargo, tanto el trabajo como la influencia en la cultura del instituto se detuvieron bruscamente por la gran Depresión, primero, y por la II Guerra Mundial, después.
Muchos de los grandes arquitectos de la Escuela de Frankfurt se instalaron en la Universidad de Columbia de Nueva York y esperaron tiempos más favorables para impulsar de nuevo su revolución cultural.
Fue en la década de los 60 cuando una nueva generación de adolescentes y jovenes que no conocían la Depresión ni la Guerra Mundial tomo de nuevo el proceso revolucionario de la Escuela de Frankfurt.
De ahí que la estrategia de la Escuela de Frankfurt “explotara” con rotundo éxito en los 60 por todo Occidente.
Así, la obra ‘Eros y civilización’ de Marcuse se convirtió en el máximo fundamento doctrinal del hippismo. También es Marcuse quien reenfoca los esfuerzos del marxismo cultural poniendo como máximo objetivo el ganarse y adoctrinar (lavar el cerebro) a los universitarios de clase media y alta.
Por su parte Max Horkheimer afirma, en su ‘Teoría Critica’, que la manera de destruir la civilización occidental era el ataque sistemático a todos sus valoresasociados.
Así, por ejemplo, defendía la destrucción del matrimonio y la familia con hijos llegando a decir que el matrimonio puede ser cualquier tipo de unión donde intervenga la atracción sexual sin ningún fin concreto.
De la misma manera Fromm decía que la masculinidad y la feminidad no eran reflejo de diferencias biológicas, sino que era imposición debida a la “opresión” que los heterosexuales ejercían en la sociedad.
Así, a la teoría y estrategia de la Escuela de Frankfurt, una vez puesta en práctica, esto es una vez que salió del salón de clase y empezó verdaderamente a destruir la cultura cristiana occidental, se le llamó marxismo cultural.
Según esta corriente, las personas de cultura occidental son por definición una clase opresora y malévola por naturaleza.
En contraste, la nueva clase oprimida y buena por naturaleza está constituida por todos los individuos de cultura, religión y etnias no occidentales o por las minorías que contradicen en sus acciones y pensamiento lo tradicional cristiano: todas las razas no blancas, homosexuales, inmigrantes del tercer mundo, feministas, ateos “científicos”, musulmanes, etc.
“el propósito del Marxismo Cultural era destruir todo lo que hasta entonces había sido la Civilización Occidental: la cultura, la Ley Natural, el rol masculino en la sociedad, el rol femenino en la sociedad, la creencia en Dios, todo lo pro europeo, todo lo pro cristiano”
Entre las armas que usa este marxismo cultural, producto de la Escuela de Frankfurt, está la inmigración masiva de gentes del tercer mundo con religiones y culturas ajenas a la europea, y la imposición de leyes de “discriminación positiva” que favorezcan a todas las “minorías” (desde los homosexuales hasta todos los que practican religiones no cristianas).
Y una fuerte imposición de leyes que atenten contra los derechos de todos aquellos que defiendan la Ley Natural moral, la cultura occidental, el rol natural de los hombres y las mujeres, la familia tradicional, etc.
En su ensayo ‘Tolerancia Represiva’, Marcuse da nacimiento indirecto a lo que se convertiría después en el concepto de nuestros días de lo ‘políticamente correcto’, o sea la dictadura del pensamiento que condena con el martillo del rechazo, la vergüenza e incluso la multa o la cárcel a todo aquel que se atreve a cuestionar los nuevos ‘dogmas’ impuestos a golpes y lavado de cerebro por el marxismo cultural.
Decía Marcuse: “La conclusión obtenida es que la realización del objetivo de la tolerancia exige intolerancia hacia orientaciones políticas, actitudes y opiniones dominantes y en cambio, la extensión de la tolerancia a orientaciones políticas, actitudes y opiniones puestas fuera de la ley o eliminadas… (esto es) intolerancia hacia los movimientos de la derecha, y tolerancia de movimientos de la izquierda (…) se extendería a la fase de acción lo mismo que de discusión y propaganda, de acción como de palabra” (Tolerancia Represiva, Marcuse).
De ahí que entendemos que el propósito del marxismo cultural era destruir todo lo que hasta entonces había sido la civilización occidental: la cultura, la Ley Natural, el rol masculino en la sociedad, el rol femenino en la sociedad, la creencia en Dios, todo lo pro europeo, todo lo pro cristiano, la historia basada en la superioridad de una civilización e historia fundamentada en la verdadera religión cristiana.
Para destruir eso había que imponer todo lo que fuera anti europeo, anti cristiano, anti historia y legado europeo, anti ley natural, anti rol natural del hombre y mujer en la sociedad.
“En España también se vive aun con las leyes marxistas culturales zapateristas y las persecuciones que cada día vemos contra los nuevos ¨herejes¨ que se atreven a defender el sentido común”
De esa manera y después de la gran “explosión” del marxismo cultural en la década de los años 60, EEUU y el resto de Occidente llevan ya casi 50 años sufriendo bajo esta revolución cultural y social impuesta por los medios de educación y comunicación.
Más aun, los últimos ocho años de Obama sólo sirvieron para acelerar al máximo la profundidad y la devastación de ésta.
Durante los últimos ocho años, Obama impuso a martillazos y de manera radical la revolución de la Escuela de Frankfurt, y por supuesto, la Europa occidental siguió el ejemplo de su referente por excelencia (EEUU) intentando copiar en todo a Obama para demonstrar lo ‘modernos’ que eran. Como decimos en EEUU, monkey see, monkey do [N. del Editor: el mono imitamonos].
En España también se vive aun con las leyes marxistas culturales zapateristas y las persecuciones que cada día vemos contra los nuevos ¨herejes¨ que se atreven a defender el sentido común, la ley natural y la razón contra la dictadura del pensamiento y lo políticamente correcto.
Lo que intentaron hacer con el cardenal Cañizares y lo que Cristina Cifuentes intenta hacer con el director del colegio Juan Pablo II de Alcorcón (¿para ganarse un par de votos homosexuales cuando intente sustituir a Rajoy?) es solo la punta del iceberg.
Por eso veo en Trump una clara muestra de la contrarrevolución. Una contrarrevolución que ha tardado 50 años en llegar pero que finalmente está aquí presente.
El Brexit es también síntoma de que la contrarrevolución ha comenzado. La gente se revela, la mayoría silenciada empieza a hablar, y los regímenes y engendros masónicos volterianos se empiezan a tambalear.

sábado, 7 de abril de 2018

La negación de toda verdad.

                                         Nos encontramos, en un mundo, que nos fuerza a actuar frente a una gran disyuntiva. ¿En qué consiste esa disyuntiva?, en palabras simples, tenemos dos opciones de caminos para seguir, la verdad, con toda sus consecuencias , y la mentira, con su cúmulo de males y desastres.
                                        No existe una tercera alternativa, razón por la cual, seremos juzgados por las decisiones que tomemos a este respecto. Voy a partir reflexionando acerca de las consecuencias prácticas y trascendentes que significa seguir la mentira. La mentira como concepto y como realidad se diferencian notoriamente, ya que como concepto consiste en la negación y adulteración de la verdad. Como realidad, se da en el sujeto que recurre a ella o elige seguirla . El efecto moral, práctico y trascendente que causa en quien la sigue se manifiesta de muchas maneras. Primero: Se manifiesta en el detrimento espiritual del que quiere alcanzar un bien aparente, sin percatarse que esa apariencia de bien, se aleja del bien sumo que es el verdadero sostenedor del ser moral.
                                        Segundo: El efecto social, el individuo que recurre a la mentira no sólo se hace mal así mismo, sino que además, por constituir él mismo una realidad social, afecta al orden social más cercano, como son los individuos que lo rodean, y a su vez, ese desorden tiene una multiplicidad de efectos remotos en actores más lejanos y desconocidos incluso por el mismo sujeto, muchos reciben ese mal sin percatarse si quiera de dónde viene. Ejemplos en este sentido hay muchos, partiendo de la desobediencia de Adán y Eva, dos únicos individuos que arrastraron las consecuencias de sus malas decisiones a toda una especie.
                                          Un amigo me decía hace un par de semanas atrás, que él no estaría sufriendo tan fuertemente una enfermedad psicológica que lo afecta, sí Adán y Eva no hubieran pecado. Y pensé en su momento, si es por eso, ninguno de nosotros tampoco debiera sufrir por una mala decisión de sólo dos personas. Veamos el ejemplo, de las dos guerras mundiales, millones de millones sufrieron de hambre, persecución, muerte y dolor, por malas decisiones de muy pocos.
                                         Seguir la mentir es abrir una Caja de Pandora que afecta a toda la sociedad. Es por ello que Nuestro Señor Jesucristo siempre reiteró una y otra vez que ÉL era la verdad, el camino y la vida, y el que no cree en Él morirá eternamente. Toda nuestra vida pende de un hilo, ese hilo frente al cual pendemos es la aceptación plena de la verdad o la negación de la misma.
                                          La seriedad de la vida nos exige observar y buscar siempre la verdad, cueste lo que cueste, ya que nuestra vida futura se juega plenamente en las buenas y malas decisiones que tomemos. La mentira siempre es un espejismo, no tiene sustancia ni consistencia, sólo es una quimera, una vaga ilusión, que se desvanece cada vez que nos queremos acercar más y más acerca de lo que desea representar. No es lo mismo en un gran desierto encontrar un pozo con agua que la imagen de un pozo que aparenta tener agua. ¿Cuántos han muerto por seguir una ilusión?, la ilusión por ejemplo, de una buena mujer, de un buen amigo, la ilusión, de una buena religión, de un buen negocio, de un político que parecía ser serio, y la ilusión de una ideología que se asemejaba a un verdadero paraíso en la tierra.
                                    Nos ilusionamos con las cosas fáciles, para luego llorar, de nuestras malas decisiones. La televisión, el gran invento del siglo XX, es un gran ejemplo de pirotécnica de ilusiones que nos seducen hasta hacernos sentar por horas observándola. Nuestras modas, nuestras formas de actuar, de vestir, de hablar, muchas veces se rigen a partir de la ilusión de lo que nos presenta la televisión. Y en un futuro no muy lejano, tal vez, se anuncie una gran guerra por este medio plagado de ilusiones.
                                 Para seguir la verdad , hay que quitarse la costra de nuestros ojos, enjuagarlos con el manantial vivo de la verdad, y la luz se verá así más nítida, más radiante, más alegre, sin sombras ni espejismos que desfiguren toda realidad que nos rodea. Viva la verdad, y nada más que la verdad, porque que como dice el Apóstos en Tesalonisenses II, sólo se salvaran los que sigan la verdad, vale decir, aquellos que la contemplan y ponen en práctica, todas sus enseñanzas, todos sus manjares, que no hacen otra cosa, que endulzar el alma con los deleites del cielo. Fuente única , valga la redundancia, de una única verdad, que es Cristo Jesús, nuestros salvador, nuestro Rey, nuestro Dios.