viernes, 24 de noviembre de 2017

Si pierde Piñera muchos se van a ir de Chile.

                                                               Acabo de recibir la noticia que algunos amigos se quieren ir de Chile si pierde Piñera. La idea de auto  exiliarse es proteger sus inversiones. Ellos creen que con la llegada de Guillier Chile va a entrar en un proceso de estatismo casi irreversible.
                                                       No puedo negar esa posibilidad, lo único que puedo decir, que la gran mayoría del país no puede hacer eso. No todos tienen los medios y los recursos para arrancarse para el extranjero. Chile no va bien encaminado hace muchísimos años, las bases de su sistema jurídico, moral y económico paulatinamente por años han sido socavadas.
                                                    El tiempo para ponerse nerviosos era otro, ahora, hay que cosechar la mala siembra. Apretar los dientes sin queja, puede ser un gran consuelo, cuando no se hizo nada por evitar que el mal se expandiera. Los procesos silenciosos avanzan a pasos de gigantes, sin que nadie los perciba, hasta que finalmente llegan. La apostasía entró en el país llevando a las personas al individualismo materialista. Cada unos con sus cosas, sin pensar en el otro. Lo primero que se destruyó fue la familia, este proceso destructor de la familia comenzó con la igualdad de hijos legítimos e ilegítimos. Luego vino el divorcio, después el aborto y ahora el matrimonio homosexual para terminar en la adopción por parte de este grupo.
                                         Nadie se puso nervioso cuando se ultrajaba la ley de Dios, pero ahora surge el nerviosismo cuando se toca las billeteras, eso impacta y desploma el estándar de vida de burgués. Dios castiga, dicen por ahí, pero no a palos. Yo creo, que a veces, más que palos. Nuestra época es decadente, porque se aleja de la verdad, sin la verdad, nadie se salva. El alma humana se nutre con la verdad, y cuando no lo hace,  se mantiene famélica, sin su verdadero nutriente.
                                           Soplan vientos de tempestad hace rato, se perciben por el viento, se olfatea en el aire, pero el hedonista citadino no es capaz de percibirlo. El frenesí urbano por las compras en los grandes centros comerciales, impide , meditar acerca de la realidad que nos rodea. Todos muy ocupados, con sus proyectos, con sus planes de vida para cuando sean viejos, pero tal vez, esa vejez que tanto planifican nunca llegue.
                                     El tiempo regresivo para la segunda vuelta corre con el minutero a toda prisa, no al modo, de un reloj a cuerda como antaño, sino de un reloj digital, constante sin intervalos de tiempo zigzagueantes. Aparece el sol del verano con fuerza, marcado por el cambio climático global, feroz, recordando los incendios de hace un año atrás que casi quemaron a la mitad del país.
                                   Los más viejos, toman la biblia y abren el Apocalípsis, y leen una y otra vez, lo anunciado por el Arcángel a San Juan, los castigos a las siete iglesias, con las ranas simbolizando las plagas y el caballo rojo simbolizando la guerra. En el libro se repite, que estas cosas fueron anunciados para apaciguar los espíritus de los elegidos. Vale decir, de aquellos que guardan la fe íntegra, los ciento cuarenta y cuatro mil, dice el guarismo, es decir, aquellos que no doblaron sus rodillas ante la Bestia, el 666, Dios los protegió.
                                      Lo que ocurre en Chile, es un proceso planificado en el mundo entero, ese proceso de apostasía general quiere llevar la impiedad hasta las más altas cúspides de la sociedad humana. Frente a eso, muy poco podemos hacer, salvo rezar, y esperar que Dios le ponga remedio a toda esta corrupción de almas. 

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