miércoles, 11 de octubre de 2017

La verdad.

                       Nuestras ruinas, nuestros desastres como seres humanos provienen en gran parte por nuestra falta de amor a la verdad. Tan grande es la verdad, que no dimensionamos que es uno de los atributos de Dios. No imaginamos lo que significa amar la verdad, ni menos aún, dimensionamos el cúmulo de tesoros que ella nos trae. Riquezas del alma y riquezas del cuerpo.
                      ¿ Qué es la verdad, para que la sigamos?, toda nuestra felicidad pende de ella. Tan es así, que San Pablo nos advierte en Tesalonisenses II que quién no siga la verdad se condenará. Y ¿qué significa seguir la verdad?, ¿cómo podemos encontrarla?, ¿a dónde la buscamos?, ¿quién nos guiará para encontrarla?, ¿quién nos advertirá si nos desviamos de ella'. Son tantas y tantas las preguntas que podrán hacerse mis lectores, más para todas ellas sólo existe una gran respuesta.
                      El camino para encontrar la verdad es el amor, ese amor puro que no busca recompensas humanas sino trascendentes nos guía a ese tesoro maravilloso de la verdad. Cristo nuestro Señor dijo : " Yo soy el camino, la verdad y la vida, quien cree en Mí no morirá". Qué hermosas palabras, qué grandes palabras, Él es camino, la verdad y la vida, nada más y nada menos que la razón misma de nuestras propias existencias.
                     Si seguimos el camino, encontraremos la verdad, ese camino es el maestro, el Cristo, el Mesías esperado desde toda eternidad. La verdad es la grandeza insondable de Dios, todo su maravilloso , sin el cual, nadie puede alcanzar la felicidad. ¿Cómo buscamos la verdad en nuestra vida mortal?, esa sería la pregunta más lógica que nos podríamos hacer. Pero creo que esa pregunta es insuficiente, creo que debiéramos ir más allá de toda lógica huma, deberíamos preguntarnos mejor ¿ cómo nos dejamos amar por la verdad', pregunta que ejerce un rol más pasivo que activo, tal vez porque se encuentre implícito un principio más poderoso que la voluntad del hombre. Ese principio superior al hombre es el Amor de Dios, Dios nos amó antes que nosotros pudiéramos amarlo a Él.
                  Lo poderoso de Dios, lo sublime del creador antecede nuestra voluntad. Los tesoros que nos depara la verdad tienen un poco de ver con eso, en el saberse amado antes que nosotros amemos. Los derroteros de la vida, deben ser los senderos que nos lleven a profundizar en el amor. Por loco que esté el mundo, por muy hostil que parezca ante nuestra inteligencia, el amor rompe  las cárceles de acero de las corrupciones del hombre, el amor corrige las penumbras del alma.

       

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